UNO
Se abren las puertas de taxis, restaurantes y tiendas.
Aunque intenté escaparme la primera vez que salimos, escondiéndome entre la gente que caminaba a mi lado tratando de pasar desapercibida como una niña asustada el primer día del nido; después de cinco minutos
de conversación estuve mirándote a los ojos toda la noche.
DOS
Café, cigarros, ron con coca cola, más cigarros. Tú y yo
sentados frente a frente en La Noche, escuchando la música de adentro y el
ruido de la gente afuera que comenzaba a buscar planes. Hablar de tonterías,
hablar seriamente de política, hablar con pena de relaciones pasadas y
decepciones. Mis chistes que terminaban en “acuérdate que soy chibola”, la
promesa de pronto dejar de fumar mientras las cenizas del cigarro número veinte
quemaban el borde de mi polo.
TRES
Barranco. Y siempre que caminó por ahí pienso un poco en ti.
El paseo de ida y vuelta a Sargento, con los hombres que me gritaban desde el
otro lado de la calle y tú abrazándome, jurando que era solo para cuidarme. Quererte por idolatrar a tu mamá, que me respetaras más por amar a mi papá.
CUATRO
Tú y yo sentados en el piso del estacionamiento del centro
comercial. La gente pasaba y nos miraba raro. Caminar, caminar, caminar. Tus
mensajes en Facebook que parecían más cartas redactadas con puño y letra. La
primera vez que salimos regresé a mi casa a escuchar todo 'El amor amarillo',
simplemente porque me diste ganas. Hablar de música, mi buen oído y tus caras
de sorpresa cuando no resulté tan niña para tantas otras cosas. La forma en que
me mirabas cuando decía que mis poemas favoritos de Neruda eran los de 'Residencia en la tierra'.
CINCO
Nuestra forma involuntariamente coordinada de vestir. Las
converse, los pantalones negros, los polos blancos. El silencioso paseo en el
taxi de regreso a mi casa, primer signo de decadencia para mis cuentas. Tú un pingüino,
yo un delfín o una leona y ya no lo recuerdo. Mi independencia a flor de piel y
los mil juramentos de “yo no quiero estar con nadie”. Sentirme intranquila,
indomable otra vez y comenzar a buscar la salida de emergencia.
SEIS
La película a la que no llegué, las mil excusas que inventé,
las llamadas que no contesté. Se congeló tu imagen en mi cabeza y volví a
escoger lo más fácil. Tú y yo cruzando el puente, tú comiendo en McDonald's y yo
mirándote comer. La reunión de mi amiga, el ron asqueroso que me sequé para
aplacar mis nervios. La vergüenza de sentirme tan niña, tan consciente de mis
tonterías, tan chiquita por tener que llamar a mi mamá y avisarle que iba a
llegar mucho más tarde a mi casa. Tu incansable preocupación por mis notas, mi
desesperación por despegarme. Estar caminando cerca de tu casa, pensar en
llamarte y resistirme a hacerlo.
SIETE
Tu duda grandiosa para darme un beso, mis ganas de contarte
que mi viejo amor platónico era tu mejor amigo. Mi solución a todos los rollos
de mi cabeza que terminó en aquella noche de Noviembre de la que no tengo
recuerdo alguno. Tú demasiado inocente, yo increíblemente desconectada y fría,
convertida en un cirujano en la puerta del quirófano para un trasplante de
corazón. La serie de cosas atolondradas que hice después, porque “amor libre” era
amor que me daba permiso de besar a todo el mundo. Todo lo que no te conté
cuando preguntabas qué había hecho el fin de semana.
OCHO
Tú y yo comiendo al costado de incontables borrachos a las
tres de la mañana. El mixto y la hamburguesa con papas fritas. Rocky en una
televisión y Friends en la otra, sentir que ni siquiera podíamos sentarnos a
ver lo mismo. Aburrirme de pretender que no me importabas y a la vez
increíblemente hastiada de toda la batalla que luché para asegurarme de que
fuera así. Tú tan caballero y yo tan tonta. Diciembre, enero, febrero; todas
las decisiones erradas y la pausa perfecta que fue desaparecer de Lima. Saber
que no había ningún futuro para nosotros dos.
NUEVE
Más de 5836 mensajes y desde Setiembre no me has vuelto a
dirigir la palabra. Estás enamorado, y creo que a punto de tener una familia
completa, justo lo que pensé que necesitabas desde que te conocí. Mis buenos
consejos en mi nuevo rol de amiga, ahora eres tú el que actúa como adolescente
y ya no me sentí tan niña después de todo. Eres un chico de tu casa y amas a tu mamá, alguna vez me
dijiste que te encantaba cocinar y lavar y hacer cosas del hogar, estoy segura
de que tu novia te va a adorar y apreciará tu colaboración (no estoy siendo
sarcástica).
DIEZ
No me voy a olvidar la sorpresa que fuiste tú, mi invocación al centro de
la tierra que terminó haciendo que de la nada aparecieras con todos tus ánimos de conquistarme. Pensar que pude
conocerte hace tanto tiempo y no se dio, pensar que cuando te conocí tampoco se
dio. Pensar que no debí usarte de puente ni de transición, que siempre debimos
ser amigos. Que me hubiera gustado sentarme a tomar otro café contigo, fumar un
par de cigarros más, decirte de la manera más bonita y endulzada –como nadie
nunca lo hace- que no me gustabas de esa manera, que yo no era para ti, que no
debíamos nunca ser más que dos personas que se contaban su vida y hablaban de
música y política y sueños y punto.
Todavía no me creo que mis reflexiones eran estupendas ni
que te inspiré tanto para hacer otras cosas o volver a la música y tus incansables agradecimientos después de que nos veíamos –creo que nadie se ha sentido hasta
ahora tan afortunado de compartir tiempo conmigo. Y claro que vagamos juntos, gracias por todo eso, tendré muchísima suerte si algún día encuentro alguien que me trate tan
bien como lo hiciste tú.