"Liquid Gold" de TinaAppel en DeviantArt. |
Jamás había visto a una niña tan linda. Era en mi imaginación
la hija perdida de Ricitos de Oro, su melena dorada y ensortijada tenía vida
propia, y aunque era un año menor que yo; y la primera impresión que te dejaba
era la de una chiquitita flaquita y débil, tenía el doble de mi carácter. Vivía en un edificio de fachada azul
eléctrico exactamente a dos casas de la mía, con su mamá y su abuela. Yo la
había visto patinar y jugar en la calle, pero siendo la nueva niña del barrio
no me atrevía a acercarme. Ya ni siquiera recuerdo exactamente cómo comenzamos
a hablar; luego me regalaron mis primeros patines de línea y ella se ofreció
pronta a darme clases de patinaje sobre el intento de veredas de nuestra
enrejada zona residencial. Daniela fue,
sin duda, la primera amiga de verdad que tuve.
En las tardes colegiales nos repartíamos entre hacer tareas;
ella llenaba cuadernos completos de francés mientras yo leía en inglés, salir a
patinar y por supuesto, jugar cartas con su abuela. Recuerdo haber jugado tantas veces “nadie sabe
para quien trabaja” en su casa, mientras su abuela encendía un cigarro y luego
otro, y luego otro…
Fuimos a mi casa también un par de veces, a probar el juego de memoria de esa cosa que era casi
una televisión blanca y se llamaba computadora.
Claro que en verano jugábamos carnavales, todas las niñas atrincheradas
en mi casa versus todos los niños que se juntaban en la azotea de la casa del
frente. Nos bañamos en mi piscina con mis primas, conoció al primer perro del
que fui verdadera dueña (y que también perdí a los dos meses). Creo que Daniela
por su parte tuvo un hámster, o tal vez varios, ¿o era un conejo?
Una tarde mientras me dirigía a su casa vi a unas chicas en
la puerta, flaquísimas, altas, de cabellos lacios y dorados; las reconocí inmediatamente. Las tres estudiaban en mi colegio, y la
menor estaba en mi promoción pero creo que hasta ese día no le había dirigido nunca
la palabra. Sucede que en el colegio yo era una persona completamente distinta,
no la niña sencilla y vivaz que pasaba las tardes jugando con ese pedacito de
sol que era Daniela. Las tres chicas eran hermanas, y eran las tres; las primas
hermanas de mi amiga. Mis personalidades múltiples se reunieron y ese día
simplemente me divertí como cualquiera, y gané tres nuevas amigas.
No sé si era la facilidad que tenía esa niña para hacer las
cosas tan no raras, tan simples y cómodas; lo que me llevó a finalmente salir
de mi caparazón. Con ella jamás me sentí
juzgada; ni por el tamaño de mi casa, la pensión de mi colegio o la marca de
mis zapatos; pero hoy después de más de diez años creo que no he vuelto a tener
una amistad tan desinteresada, inocente y libre de prejuicios.
Yo me mudé algunos años después y le fui perdiendo el rastro,
aunque de vez en cuando la veía en la televisión en algunos comerciales (les
dije que era linda) o le mandaba saludos con su prima, quien años después
también se convirtió en una buena amiga mía. La volví a encontrar hace un par
de años por el bendito Facebook y me sorprendió saber que también se acordaba
de mí.
Hoy Daniela cumple 20 años y vive en otro país. Sé que tal
vez no se acordará tan bien como yo de algunos detalles como éstos o
probablemente tenga otras anécdotas para contarme que pueda rescatar de su
memoria. Yo quisiera atreverme a decirle, que ella hizo que hacer nuevos amigos
siempre valiera la pena, gracias porque hiciste un pedacito de mi infancia que
jamás olvidaré.
29 de marzo de 2012.