Me veo venir,
sobre el suelo
entre tus llaves
en el bolsillo del pantalón de alguien que no es mi padre.
Lentamente,
proyectiles dorados de su cabeza
se atan a tus puntos cardinales.
Y de pronto estoy bailando,
sobre la mesa
entre tus dedos
en el borde de la ventana del piso trescientos cuarenta y dos.
Lentamente,
un par de ojos blancos trazan charcos de agua
perpendiculares a tus pies.
Ahora corres,
sobre los faros
entre mis piernas
en el jardín de los vecinos que te detestan.
Hay un adiós que crece bajo tierra,
cose tus manos a mis párpados,
para que yo nunca más
me vuelva sobre ti.
sobre los faros
entre mis piernas
en el jardín de los vecinos que te detestan.
nadie sabe huir mejor que tú
Hay un adiós que crece bajo tierra,
cose tus manos a mis párpados,
para que yo nunca más
me vuelva sobre ti.
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