Acércate como un niña al acero ino-x-(lv)idable,
que no conoce su propia fuerza
ni sabe para qué sirve un tubo de cuatro metros de altura
como quien nunca aprendió a trepar un árbol,
pero está dispuesta a arruinarse las manos.
Trabaja desde las yemas de tus dedos hasta las puntas de tus pies
para que dibujen tus formas,
las únicas que de verdad importan
sé capaz entre tu brazo derecho y tu pierna izquierda
de cargar con el peso del mundo entero
porque aquí no se trata del qué dirán,
ni de aprender a volar,
se trata simplemente de aprender a s o l t a r
En tu recientemente hallada levedad,
entenderás que no es imprescindible librarte de todos tus miedos
para dejar bajo tierra todo aquello que te resta
es posible elevarte con todo tu peso,
y entrenarte para mantener el control
sin dejar de disfrutar el proceso
Nuevos dolores despertarán a tu cuerpo
mientras el letargo original transicionará a una sonrisa,
que te crece sin siquiera saberlo
tu mente podrá girar junto con tu cabeza
y el mundo no volverá a ser igual cuando llegue el momento,
de poner los pies otra vez en el suelo
Y si te resbalas y pierdes confianza
no olvides que siempre habrá cerca,
otros brazos y otras piernas
que a viva voz te sostengan
miércoles, 7 de noviembre de 2018
Oda al Pole Dance
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miércoles, 31 de agosto de 2016
t u n o m b r e
Digo tu nombre,
y sube hasta mi boca un beso
desde el sinuoso túnel de mi ombligo
y quiero decir con tu nombre muchas cosas,
por ejemplo:
"pienso en ti con cada golpe del reloj".
y sube hasta mi boca un beso
desde el sinuoso túnel de mi ombligo
y quiero decir con tu nombre muchas cosas,
por ejemplo:
"pienso en ti con cada golpe del reloj".
Puedo repetirlo en un susurro contra mi pecho,
y tal vez así convencerme de que eres real
no es el eco de ningún sonido,
tu nombre toca con mano propia cada una de mis puertas.
Te invoco,
y tu presencia altera la dirección de los vientos,
huyen las nubes al sonido de tu nombre
se dibuja un imposible sol rosado.
y tu presencia altera la dirección de los vientos,
huyen las nubes al sonido de tu nombre
se dibuja un imposible sol rosado.
Utilizo tu nombre como ritmo
para desentrañar los nudos de mi pelo
y si estornudo pido que a ti te saluden
que basta tu nombre para curarme,
así le doy el mejor uso a cada una de tus letras.
Se
quedará tu nombre,
bailando en la punta de mi lengua
en la oración que murmullo en este aviso que te dice que estoy llegando
que voy a dejar caer mi cabeza en tus brazos.
en la oración que murmullo en este aviso que te dice que estoy llegando
que voy a dejar caer mi cabeza en tus brazos.
jueves, 3 de septiembre de 2015
Querido Renzo
@cuerpozurdo 27 feb. 2012
Tengo la sensación de que no volveré a verte, así que te esperaré con los ojos cerrados...
Te conocí cuando solo comías fideos rojos, sin carne, sin pollo; solo fideos rojos en el plato. Mirabas con cierta ternura a los venados que pasaban cerca a la gente y sus bandejas de comida en el jardín y pensé: ¡qué chico más raro! Luego cuando nos hicimos amigos entendí de tu gran respeto hacia los animales y consecuentemente fuiste vegetariano (aunque ambos sabemos que eso no duró tanto).
Y cuando digo que nos hicimos amigos lo digo en serio; de esa clase de amigos con los que te sientas a rajar de las respectivas basuras que nos rompieron el corazón, con los que intercambias cds y libros, con los que comes demasiado sin culpa, con los que no hay una mala conversación nunca. Pero yo soy la amiga más ingrata de todas, en algún momento después de que terminaste la universidad pasó lo (in)evitable, dejamos de vernos... Aunque no nos perdimos el rastro el uno del otro por completo, no llegué a ir a tu presentación del Mapa Literario, no fui a ninguno de los recorridos que organizaste ni a visitarte en tu trabajo como tantas veces había prometido.
La última vez que nos vimos no fue más de cinco minutos, yo salí corriendo a atender mi vida y no pude quedarme aunque sea para tomar un café contigo.
Claro que me arrepiento, siempre te vi como un increíble cerebro del que me encantaba aprender y todavía más como una de las pocas buenas personas que aún existían. Alguien que había logrado madurar sin perder su inocencia, alguien que creía que era posible hacer un cambio, alguien con demasiados sueños pero con los pies en la tierra... con la voluntad de hacerlos todos posibles.
Sin duda lo lograste, tus proyectos se materializaron y tu vida tocó a muchas personas (¡y también la de muchos perritos que rescataste!). Tu corazón siempre estuvo a tu altura.
Gracias por estos pocos pero significativos años de amistad, no solo me siento feliz de haberte conocido sino halagada de haber sido tu amiga. Envíame algo de tu creatividad desde donde sea que estés, anímame a seguir comiendo y engordando -porque la comida es uno de los placeres de la vida- y déjame creer que todavía tengo la oportunidad de devolverte tu diccionario de latín, que tengo opción de saldar ese encuentro pendiente.
@cuerpozurdo 22 jul. 2012
El amor está en cualquier parte. En una calle, en el whisky barato. Debajo de la mesa o en la ventana del vecino. En el sentido común.
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sábado, 17 de enero de 2015
Buscando a Alaska
Somos energía: sin principio ni fin, y por lo tanto la posibilidad de extinguirnos por completo no existe. El espacio físico que ocupamos en la tierra, los objetos que atesoramos e incluso los momentos que vivimos con otras personas y los recuerdos que fabricamos, dejarán de ser nuestros en algún momento; nos olvidaremos y también nos olvidarán.
Vivir es un perpetuo estado de tránsito; sabemos que nos vamos, aunque no sepamos a dónde ni cuándo. Es esta realización la que debe llevarnos a vivir sin miedo, tristeza o arrepentimiento. Aunque estemos convencidos de que hay sufrimientos insuperables, situaciones que nos golpean fatalmente o de las que creemos jamás podríamos olvidarnos, debemos recordar que no existe tal dolor que pueda desaparecernos.
El laberinto que es la vida jamás podrá destruirnos y es en este hecho el que debe residir toda nuestra esperanza.
Vivir es un perpetuo estado de tránsito; sabemos que nos vamos, aunque no sepamos a dónde ni cuándo. Es esta realización la que debe llevarnos a vivir sin miedo, tristeza o arrepentimiento. Aunque estemos convencidos de que hay sufrimientos insuperables, situaciones que nos golpean fatalmente o de las que creemos jamás podríamos olvidarnos, debemos recordar que no existe tal dolor que pueda desaparecernos.
El laberinto que es la vida jamás podrá destruirnos y es en este hecho el que debe residir toda nuestra esperanza.
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domingo, 16 de noviembre de 2014
La que te piensa
Que
alguien te piense significa que escucha una canción y se queda colgado de una
frase, de algo que inevitablemente lo haga pensarte. Probablemente la anote en
un post it y la pegue sobre tu computadora o tu cuaderno, tal vez te la escriba
en un mensaje con muchos íconos si estás lejos, y si se siente un poco atrevido
incluso podría cantártela en persona en un karaoke improvisado. Que alguien te
piense es decir que se ríe solo en medio de la calle, acordándose de alguna
ocurrencia tuya, y luego te lo cuente (para que puedan volver a reír). Que
alguien te piense significa que cuando tenga hambre no quiera comer solo, que
te busque para engordar en compañía; de brownies de oreo a salchipapas y el fin
de todas las dietas y gimnasios. Que alguien te piense quiere decir que cuando
tenga un problema seas la primera persona con la que quiera hablar, que tenga
la necesidad de contarte todo aquello que lo atormenta y que busque tu consejo;
no importa si son las tres de la mañana y es año nuevo. Que alguien te piense
quiere decir también, que si algo bueno le pasa quiera celebrarlo contigo, que
corra a abrazarte y darte las buenas noticias. Que alguien te piense es que cierre
los ojos y te vea, que merodees todos sus sueños, incluso los más
descabellados: de cómo conocieron a Lionel Messi y se hicieron todos grandes
amigos! Que alguien te piense es que en cada personaje de los libros que lee reconozca
características de ti e instantáneamente te extrañe, luego tal vez emprenda
grandiosas críticas literarias para intentar impresionarte; para finalmente
concluir de manera categórica que nadie nunca podrá parecerse a ti. Que alguien
te piense, es en resumen, que si tú no estás bien no pueda sonreír…
Yo
que te pienso todos los días, sé que en la acción de pensarte hay mucho más que
tan solo pensarte. Es quererte por sobre todas las cosas, aun cuando todo esté
en mi contra; es estirarte mi mano para no dar ningún paso lejos de ti, si la
tomas te ofrezco el camino más rápido para ser feliz.
miércoles, 27 de noviembre de 2013
para él
no puedo hablar en voz baja
me gusta reírme con todas mis ganas
llenar mis pulmones hasta el tope,
con el olor de tu perfume.
no sé usar las comas
ni conozco suficientes conectores
mi lógica lingüística solo me sirve para abrir la boca
y decirte maravillosas tonterías,
como la que te digo ahora:
tú y yo merecemos un aplauso
que resuene y vibre en las orejas
de aquellos que odiamos tanto.
sacúdete la mala vibra de los hombros
yo tengo para darte justo aquello que necesitas,
amistad de tratamiento permanente
-la terapia de amor intensiva de cerati-
no hay carga que no se aligere
pegando tu sonrisa al lado de la mía.
mírame,
haces amanecer dos pupilas marrones.
para ti que adivinas las palabras, el gesto, los besos
para ti nunca existirán distancias.
para ti tengo siempre guardados:
el primer pensamiento del día
la última mordida del chocolate
la canción más bonita de todas
el abrazo infinito
y los zapatos al costado de la puerta,
para salir corriendo a encontrarte
incluso cuando no sea mi nombre el que llames
martes, 8 de octubre de 2013
Hoy soñé con mi abuela...
Apuro el paso para alcanzar a la combi que acaba de detenerse en el paradero prohibido. Sí, apuro mis piernas como me enseñaron en el colegio, a caminar con “paso ligero” cuando había un simulacro de temblor. Hoy me sirve más para alcanzar combis que para salvar mi propia vida. Para variar estoy tarde, para variar no miro al cobrador a los ojos cuando pago el pasaje, para variar me dan una moneda que pienso -tiene que ser falsa- pero no reclamo nada. Me tiro en el primer asiento vacío al lado de la ventana y reviento el volumen de mis audífonos, total ya estoy un poco sorda y no aguanto la cumbia de este carro.
El cielo gris me distrae de la hora, no tengo idea de qué tan tarde voy a llegar a mi clase. De nuevo el mismo trayecto que me sé de memoria; las mismas casas y graffitis en las paredes, un par de avisos nuevos demasiado estridentes y entonces pienso… ¿qué fecha estamos? ¿qué día es hoy? ¿hace cuantos días que no voy a ver a mi abuela en el hospital?
De pronto siento que ya no estoy viajando en Javier Prado, creo que estoy en un túnel amarillo y el carro va a 120 kilómetros por hora. Mi memoria me pone imágenes en la ventana que se suceden una tras otra sin aparente orden cronológico, qué carajos está pasando.
Me veo en un enorme ascensor lleno de gente, tirada en el jardín leyendo un mensaje de mi papá: “tu abuela está en cuidados intensivos”, saliendo del hospital a las ocho de la noche completamente a oscuras, entregándole mi dni a una enfermera que me mira con pena, lavándome las manos con alcohol y poniéndome una bata para entrar a su cuarto, hablando con ella y contándole que al día siguiente me voy de paseo, agarrándole la mano hinchada, llorando de pie al lado de su cama, mi primo abrazándome mientras temblaba, mi mamá y mi hermana sentadas en la cama llorando un miércoles 24 de julio en la madrugada…
Regreso del vacío, del hueco en mi memoria y me doy cuenta que no soy la nieta ingrata. Que han pasado dos meses y que ya no tengo que ir a verla en el hospital, que se acabaron los 15 minutos contados de mirar las máquinas y apretarle las manos frías, de rezar en silencio y no saber qué decir en voz alta. Que hoy solo me queda ir al cementerio y ponerle flores, extrañarla siempre y tragarme las lágrimas que están a punto de desbordar mis ojos cuando la pienso.
Casi como un alivio, hoy te vi en mi sueño. Te habías mudado a una nueva casa y ahora algunos de mis primos y yo teníamos el privilegio de vivir contigo. Tenías exactamente la misma ropa que hace unos tres cumpleaños pasados míos. Estabas feliz, sonriendo, abrazándome sin parar. Regañando a mi mamá como solías hacer siempre, defendiéndome y engriéndome. Yo también sonreía, me dejaba abrazar, permitía que el sentimiento de tranquilidad me llenara por completo.
Ya no me persiguen más imágenes de hospitales ni tristezas, no me siento ingrata ni malagradecida como me llaman por aquí. Te he visto sonreír de nuevo y sé que desde donde sea que estés me miras como quien dice “no te preocupes, todo va a estar bien”. Gracias por enviarme ese abrazo, tu amor sin duda sobrepasa espacio y tiempo, sé que esta carta también llegará hasta el cielo.
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