[¿Sabes que es lo que más duele de un corazón roto?
No poder recordar cómo te sentías antes...]
Esta vez no encontré las fotos “de casualidad”, hace días
que vengo dándole vueltas (para variar) a más ideas estúpidas relacionadas a
ti. Muchos “que hubiera sido” que deberían fumigarse de mi cerebro, y en eso ando
y así me engaño, creyendo que estoy avanzando cuando ahora a propósito abro mi
viejo mail y tipeo tu nombre en el campo de búsqueda.
Sé exactamente que mail busco, entre esos tantos de dimes y
diretes que aún no borro. Mis arranques de rabia en las madrugadas en las que
te envié más de un mail amenazador diciéndote que lamentarías tanto tus malas
acciones y en los que respondiste varias veces de mala gana a las tantas excusas
que inventé para no perderte el rastro.
Encontré las fotos. Salgo estúpida, horrible y feliz.
Jodidamente feliz y agreguémosle a eso completamente ignorante de todo lo que
estaba por venirse. Tantas cosas han cambiado desde entonces, miro esas fotos y
parece que ahora sería imposible recrear la misma escena. Ese jean lo boté a la
basura, la casaca la regalé, el polo naranja lo uso de pijama y el turquesa no
me lo pongo jamás. Tengo las converse todavía, no las he lavado en mucho
tiempo, mi pelo está mucho más largo y más claro ahora. Tú estás más gordo,
seguramente conservas tu pantalón de buzo del colegio, a pesar de los millones
de huecos, y también las zapatillas rotas. Si pues, creo que todavía te encanta
parecer un poco desaliñado y con actitud de “soy tan paja que no importa qué
carajos me ponga”, una vez más: no te sale.
No diré que fue “nuestro mejor momento”, o que hubiera
mandado a enmarcar esas fotos. No me terminan de gustar; pero son chistosas,
inocentes, son tú y yo cuando éramos nosotros dos tal cual y no nos importaba
quien se sentara a vernos. Reconozco que he cambiado mucho, y supongo que
aunque hayas dicho que tu no, también lo has hecho. No veo en ti más la persona
de la que me enamoré hace tanto tiempo, no puedo decir que está mal pero puedo
decir que todavía la extraño.
Espero que no te equivoques y pienses que aún persigo un
fantasma, no lo hago. Pero no puedo evitar pensar que aquella confianza
prístina y ese amor desinteresado que alguna vez te di no ha regresado a mí en
todo este tiempo, cuando no hice más que ser la mejor versión de mí misma que
pude ser para ti. Aparentemente tú sí tienes buena suerte en el amor, y esa es
la mayor injusticia de todas las que he soportado hasta el día de hoy.
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