entre el cielo y el infierno
un beso envenenado
enciende el fuego inevitable
excitarte con palabras,
con la luz y con el tiempo
todas las puertas se cerrarán
tras nuestros pasos
te guardaré como un acertijo
entre mis manos
cerrar los ojos,
morder los labios, y se descubrirá el amor sobre nosotros
a oscuras se dicen más mentiras,
escondo mi cuerpo entre tu ropa
deshójame lentamente
mientras te lleno de torpes caricias
tus manos en mi cintura,
juguemos al cortejo de las sombras
ayúdame a matar el invierno
con el calor que desprenden nuestros cuerpos
no se quema mi lengua,
arde mi corazón
descubriendo el camino hacia tu espalda
en cada movimiento calculado
violentas flores se abren sobre mi cuerpo
con el paso de tus manos
vida y muerte
el sueño más perfecto entre mis piernas
dolor que es maravillosa aventura
perderemos los ojos,
las narices, los labios,
todo será un oscuro recuerdo
soñar en voz alta
y gritar que te quiero
cama que cruje
al peso de dos cuerpos que por fin se descubren
desaparecer
por un segundo increíble y fugaz
tú no serás más tú,
y yo no seré más yo
Las imágenes pasan como una película antigua que alguien
está adelantando, los colores son pasteles y en la pantalla gigante están las
manchas y las rayas de las películas viejas. Es una historia de amor que
degenera en una terrible ruptura. El soundtrack es básicamente The Cure (porque
cuando suena la música de Jack Johnson la protagonista está bailando descalza y
feliz de la vida en todos los escenarios).
No terminaré de
entender nunca cómo esa muchachita independiente, terca, necia y molesta con
todo el universo terminó derritiéndose y subordinándose de tal manera a tus
pies. Yo la recuerdo caminando siempre muy adelante tuyo, ensimismada en sus
propios pensamientos; tanto que te dejó un par de cuadras atrás y solo se
volvió a darse cuenta de que no estabas cuando le gritaste desde la calle más abajo. La que no te miraba a los ojos cuando hablabas de tus
tonterías musicales tratando de impresionarla, la que te empujó cuando quisiste darle un beso, la que se ahogó de risa cuando le dijiste por
primera vez que la amabas.
¿Te acuerdas que nos conocimos precisamente un mes de
diciembre? En una feria de esas que ya no existen en el Trigal, me escondí
entre los stands mientras llamabas a mi teléfono sin parar, no quería verte, no
quería que mis amigas te vieran… ya era suficiente con que habláramos tantas
horas por internet sin siquiera conocernos en persona. Pero apareciste, me
encontraste, pusiste un dedo en mi espalda y yo me voltee tratando de parecer
genuinamente sorprendida cuando había adivinado que tenías que ser tú. Y nada
fue raro, nada fue lo que esperaba. Me saludaste como si me conocieras de años,
como si hubiéramos sido amigos de toda la vida. Hiciste reír a mis amigas, te
portaste como el extraño menos extraño de mi vida, me hiciste reír a mí, me
tocaste la barriga y me luciste con tus amigas; no entendía qué estaba pasando…
Recuerdo haber llegado esa noche a mi casa pensando que
haberte conocido así sería algo que jamás iba a olvidar… Y no me equivoqué. Hoy
aunque no lo creas me acordé de ti por las lucecitas del árbol de navidad de mi
sala que se reflejan en la ventana desde donde debería estar estudiando para
mis exámenes finales; y te recuerdo sorprendiéndome incluso a mi misma con
mucho cariño pero lo que es más importante, con respeto. Después de esa navidad
en la que nos conocimos pasamos dos navidades más estando juntos, tus regalos los conservaré conmigo siempre –no por el valor material- sino por lo que significaron.
Fui un Grinch navideño y sé que lo fuiste tú también durante mucho tiempo, hasta esas dos
navidades en las que tuve un regalo especial que hacer, el regalo que era para
ti.
Lamento mucho si hable de más, si escribí cosas que no te gustaron,
si te ataqué, si te hice reclamos fuera de tiempo, si me excedí, si me
aproveché de alguna manera las últimas veces que nos vimos. Quisiera que sepas
que en el fondo me muero por ser tu amiga, aunque eso no pasará en ningún
tiempo cercano. Por eso te escribo, porque sabes que es lo que hago mejor, y te
digo la verdad: ya no te guardo más rencor. Te perdoné hace mucho tiempo y no
he dejado nada más sin decir salvo lo que estoy escribiendo aquí. Espero
sinceramente desde el fondo de este corazón que alguna vez latió muy fuerte
junto al tuyo, que encuentres lo que estás buscando, que tengas mucha suerte y
que todo lo que deseas que suceda en tu vida se haga realidad y que sea siempre
lo mejor para ti.
Solo te deseo feliz navidad a ti, porque la odiabas tanto como yo en algún
momento. Sonríe que ya se acaba el año, ya murió el invierno ¡puedes andar en
sandalias y la gente ya no te mirará raro!
Se abren las puertas de taxis, restaurantes y tiendas.
Aunque intenté escaparme la primera vez que salimos, escondiéndome entre la gente que caminaba a mi lado tratando de pasar desapercibida como una niña asustada el primer día del nido; después de cinco minutos
de conversación estuve mirándote a los ojos toda la noche.
DOS
Café, cigarros, ron con coca cola, más cigarros. Tú y yo
sentados frente a frente en La Noche, escuchando la música de adentro y el
ruido de la gente afuera que comenzaba a buscar planes. Hablar de tonterías,
hablar seriamente de política, hablar con pena de relaciones pasadas y
decepciones. Mis chistes que terminaban en “acuérdate que soy chibola”, la
promesa de pronto dejar de fumar mientras las cenizas del cigarro número veinte
quemaban el borde de mi polo.
TRES
Barranco. Y siempre que caminó por ahí pienso un poco en ti.
El paseo de ida y vuelta a Sargento, con los hombres que me gritaban desde el
otro lado de la calle y tú abrazándome, jurando que era solo para cuidarme. Quererte por idolatrar a tu mamá, que me respetaras más por amar a mi papá.
CUATRO
Tú y yo sentados en el piso del estacionamiento del centro
comercial. La gente pasaba y nos miraba raro. Caminar, caminar, caminar. Tus
mensajes en Facebook que parecían más cartas redactadas con puño y letra. La
primera vez que salimos regresé a mi casa a escuchar todo 'El amor amarillo',
simplemente porque me diste ganas. Hablar de música, mi buen oído y tus caras
de sorpresa cuando no resulté tan niña para tantas otras cosas. La forma en que
me mirabas cuando decía que mis poemas favoritos de Neruda eran los de 'Residencia en la tierra'.
CINCO
Nuestra forma involuntariamente coordinada de vestir. Las
converse, los pantalones negros, los polos blancos. El silencioso paseo en el
taxi de regreso a mi casa, primer signo de decadencia para mis cuentas. Tú un pingüino,
yo un delfín o una leona y ya no lo recuerdo. Mi independencia a flor de piel y
los mil juramentos de “yo no quiero estar con nadie”. Sentirme intranquila,
indomable otra vez y comenzar a buscar la salida de emergencia.
SEIS
La película a la que no llegué, las mil excusas que inventé,
las llamadas que no contesté. Se congeló tu imagen en mi cabeza y volví a
escoger lo más fácil. Tú y yo cruzando el puente, tú comiendo en McDonald's y yo
mirándote comer. La reunión de mi amiga, el ron asqueroso que me sequé para
aplacar mis nervios. La vergüenza de sentirme tan niña, tan consciente de mis
tonterías, tan chiquita por tener que llamar a mi mamá y avisarle que iba a
llegar mucho más tarde a mi casa. Tu incansable preocupación por mis notas, mi
desesperación por despegarme. Estar caminando cerca de tu casa, pensar en
llamarte y resistirme a hacerlo.
SIETE
Tu duda grandiosa para darme un beso, mis ganas de contarte
que mi viejo amor platónico era tu mejor amigo. Mi solución a todos los rollos
de mi cabeza que terminó en aquella noche de Noviembre de la que no tengo
recuerdo alguno. Tú demasiado inocente, yo increíblemente desconectada y fría,
convertida en un cirujano en la puerta del quirófano para un trasplante de
corazón. La serie de cosas atolondradas que hice después, porque “amor libre” era
amor que me daba permiso de besar a todo el mundo. Todo lo que no te conté
cuando preguntabas qué había hecho el fin de semana.
OCHO
Tú y yo comiendo al costado de incontables borrachos a las
tres de la mañana. El mixto y la hamburguesa con papas fritas. Rocky en una
televisión y Friends en la otra, sentir que ni siquiera podíamos sentarnos a
ver lo mismo. Aburrirme de pretender que no me importabas y a la vez
increíblemente hastiada de toda la batalla que luché para asegurarme de que
fuera así. Tú tan caballero y yo tan tonta. Diciembre, enero, febrero; todas
las decisiones erradas y la pausa perfecta que fue desaparecer de Lima. Saber
que no había ningún futuro para nosotros dos.
NUEVE
Más de 5836 mensajes y desde Setiembre no me has vuelto a
dirigir la palabra. Estás enamorado, y creo que a punto de tener una familia
completa, justo lo que pensé que necesitabas desde que te conocí. Mis buenos
consejos en mi nuevo rol de amiga, ahora eres tú el que actúa como adolescente
y ya no me sentí tan niña después de todo. Eres un chico de tu casa y amas a tu mamá, alguna vez me
dijiste que te encantaba cocinar y lavar y hacer cosas del hogar, estoy segura
de que tu novia te va a adorar y apreciará tu colaboración (no estoy siendo
sarcástica).
DIEZ
No me voy a olvidar la sorpresa que fuiste tú, mi invocación al centro de
la tierra que terminó haciendo que de la nada aparecieras con todos tus ánimos de conquistarme. Pensar que pude
conocerte hace tanto tiempo y no se dio, pensar que cuando te conocí tampoco se
dio. Pensar que no debí usarte de puente ni de transición, que siempre debimos
ser amigos. Que me hubiera gustado sentarme a tomar otro café contigo, fumar un
par de cigarros más, decirte de la manera más bonita y endulzada –como nadie
nunca lo hace-que no me gustabas de esa manera, que yo no era para ti, que no
debíamos nunca ser más que dos personas que se contaban su vida y hablaban de
música y política y sueños y punto.
Todavía no me creo que mis reflexiones eran estupendas ni
que te inspiré tanto para hacer otras cosas o volver a la música y tus incansables agradecimientos después de que nos veíamos –creo que nadie se ha sentido hasta
ahora tan afortunado de compartir tiempo conmigo. Y claro que vagamos juntos, gracias por todo eso, tendré muchísima suerte si algún día encuentro alguien que me trate tan
bien como lo hiciste tú.
Su voz me da escalofríos y ganas de haber tenido veinte en los noventas,
de haberlo perseguido por Europa y Estados Unidos, de haberme muerto
escuchándolo en vivo y viéndolo apretar los dientes y gritar frente a mí…
Pero
más que nada quisiera que ese río lobo no
se lo hubiera tragado, allá por el 97’, cuando yo solo tenía
seis años y su música estaba todavía muy lejos de tocar mis oídos.
Feliz cumpleaños genio, tu música es inmortal.
Oh, that was so real . . .
[si quieren que se les rompa el corazón un poquitito escuchen su hermosa voz!]
said, "woman, take it slow and it'll work itself out fine
all we need is just a little patience"
said, "sugar, make it slow and we'll come together fine
all we need is just a little patience"
Asumiendo que todos son televidentes promedio y que conocen la trama de la serie “Friends” casi tan bien como la de sus propias vidas deben saber que Monica y Chandler terminan casándose después de haber salido durante algún tiempo y de haberse mudado juntos. La historia de ellos dos es casi, casi un cuento de hadas para mí: dos buenos amigos que se conocen de toda la vida terminan enamorándose. No puedo decir que sea una historia que me resulte familiar, en la vida real no conozco muchas parejas que la compartan. Mis modelos de matrimonios, que vendrían a ser los de mi familia; son más que nada matrimonios de larga data pero hasta donde tengo entendido no se conocían desde siempre.
En este capítulo, en medio de los preparativos para su matrimonio, Monica cae en la cuenta de que después de que esté casada nunca más volverá a salir con nadie.No tendrá otra primera cita, ni otro primer beso, ni volverá a sentir esas “mariposas” que describe como el sentimiento de enamorarse de alguien por primera vez. Esta certeza la sorprende en parte y la altera, por lo que decide compartir su preocupación con Chandler. Para el final del capítulo, Chandler le asegura a Monica que él no tiene dudas acerca de su relación, que está seguro de querer casarse y compartir su vida con ella. Monica reconoce que extrañará todas esas “primeras” emociones y situaciones al conocer a alguien, pero que no cambiaría por nada lo que tiene con Chandler y las nuevas experiencias que tendrán juntos en el futuro, como pareja.
Como Monica, siempre he tendido a ser indecisa. Dudo de mis capacidades, dudo al tomar ciertas decisiones, dudo acerca de lo que siento y acerca de lo que otras personas sienten por mí. Debido a esta duda psicótica que me persigue a todos lados he sido una persona insegura durante mucho tiempo. Siempre necesité pruebas tangibles de fidelidad y cariño para estar tranquila y feliz.
¿Cómo es que Monica está segura entonces de que quiere pasar el resto de su vida con Chandler? Eso mis amigos, es el resultado de la experiencia; por los años que tiene y sus relaciones pasadas.
Creo que al día de hoy por más intensa que fuera mi relación de pareja no podría decir que he conocido “al indicado”. Hay tanto en el mundo allá afuera, tantos lugares a los que quiero ir, tantas personas que aún no he conocido, tantos libros que no he tocado… Tantas experiencias distintas y nuevas que, podrían tal vez, cambiarme para siempre; convertirme en una persona completamente diferente a quien soy ahora. No puedo ni siquiera pensarme casándome con alguien, pero sí me mantengo todavía firme respecto a algunos principios de cabecera.
Sé que todavía tengo miedo de enamorarme de alguien de nuevo y que repentinamente se despierten un día y decidan que no me quieren más, o que la rutina termine matando nuestra relación, que los momentos que pasamos juntos no sean más divertidos. Temo también que conozca a alguien más, más bonita e inteligente y seguro mucho menos complicada. Pero aunque tenga miedo jamás me resignaría a tener menos pasión o locura al enamorarme de alguien, como dice la protagonista de Dream for an Insomniac: cualquier cosa menos que amor loco, apasionado y extraordinario es una pérdida de tiempo, hay demasiadas cosas mediocres en la vida y el amor no debería ser una de ellas.
Hay que aterrizar siempre un poco y aunque es difícil no hacerse ilusiones cuando compartes tanto tiempo con la misma persona, no hay que permitir que esas alucinaciones que fabrican tantas mujeres de la casa-el perro-los dos hijos se hagan demasiado evidentes o terminen de quitarles la cordura cuando se caen a pedazos. Y qué sé yo al final, hablo mucho de algo que no puedo decir que conozco completamente, según mi papá el día en que me enamore de verdad me olvidaré absolutamente de todo lo que afirmaba antes del amor. No estoy sentada esperando que eso pase, pero sé que como las mejores cosas de la vida, siempre nos llega de sorpresa.
A un mes de tener un año menos que ella cuando se enteró que había un pequeño corazón latiendo dentro de su cuerpo y robándose todo el queso filadelfia y los tomates que comía con desesperación.
A un mes de tener un año menos que ella cuando tuvo que tomar la decisión, cuando tuvo que limpiarse la cara y cambiar sus planes por completo.
Durante mucho tiempo me atormentó la idea de ser la culpable de todos sus sueños atrasados, de sus muecas frente al altar, de sus arranques de cólera y llanto, de tantas veces los mismos platos de comida y el gris que se filtraba en sus ojos.
Hoy entiendo que jamás fue así, que nadie apuntó invisibles pistolas contra tu cabeza, que más que ser tu escape, fui tu perfecta excusa.
Felizmente la brecha es corta, felizmente me haces reír con todas tus tonterías, felizmente te perdono esas jaladas de orejas, felizmente tú me perdonas que sea hoy yo quien usa las minifaldas, felizmente me hiciste escuchar buena música, felizmente me obligas a cantar, felizmente no heredé el color de tus ojos, pero sí el negro indomable de tu cabellera, felizmente te has quedado conmigo tanto tiempo aunque persistes en decir que te irás pronto…
¡Felizmente hace veintiún años ese doctor detuvo el ascensor para hablarle a la chica de los ojos verdes!
Terminaba el dosmildiez comenzaba el dosmilonce, mi pelo estaba corto mis esperanzas demasiado altas.
Yo ponía de lado todas mis dudas y mis celos, y tú (supuestamente) ponías de tu parte; hacías el esfuerzo…
¿Hacías el esfuerzo?
Qué estúpidos fuimos los dos, porque cuando algo tiene que darse simplemente se da y por fin lo entiendo ahora. No tiene que sentirse como un sacrificio y si se siente como una carga entonces algo anda mal. Cualquier cosa distinta a esto, ¿qué es?
Era controlador, represivo, asfixiante, aburrido, opaco, monótono, distraído.Y el amor puede ser muchas cosas pero ninguna de las anteriores.
Debiste irte a la playa con tus amigos mi amor, y yo debí bailar en el casino ese año nuevo hasta no sentir más mis pies, tal y como quería, tal y como había planeado.
No vine a pintar ningún
cuadro. Estoy sentada aquí, al frente tuyo y al frente de mí, después de haber
tenido éxito retrocediendo el tiempo a más de un año atrás. La escena es esta: la que debió ser la última
confrontación y en la que salí perdiendo.
Mis ojos miraban al vacío; rojos, llenos de
lágrimas y sin soltarlas, enfurecidos. Mis brazos cruzados sobre mi pecho, que
apretado me hacía temblar mientras respiraba con dificultad. Mi rostro sin
ninguna expresión, las líneas de mi cara desaparecidas, mi cuerpo por completo
dirigido hacia la puerta, esperando que en cualquier momento la abrieras y te
largaras de una vez por todas. Tú comenzando tus ruegos, tratando de separar
mis brazos y cogerme las manos. Llorando, gritando explicaciones, pidiendo que
te escuchara, arrodillándote y rindiéndote finalmente. Haciéndote al costado,
esperando mi respuesta, cubriéndote la cara con las manos. Cinco segundos de
debilidad, lo único que escuchaba era mi corazón latiendo en todo mi cuerpo,
mis palabras eran absolutamente incoherentes mientras tú continuabas
enredándote en tus mentiras.
Te hice la pregunta definitiva aún cuando ya conocía
la respuesta. Clavaste tus ojos en los míos y juraste por un Dios cualquiera
que lo que decías era cierto. Me permití dudar, me puse de pie y abrí la puerta.
Te pedí que te fueras, que era tarde y que lo pensaría, te dije. No pensé
absolutamente nada esa noche. Ignoré por completo mi propia voz, la que me
decía en un grito que la mentira era evidente, y decidí creerte antes de haberlo
realmente decidido.
Ahora que estoy desde el sillón de al frente
contemplando la misma escena, no consigo perdonarme del todo ese terrible
error. Haber permitido tu juego mental con mi cerebro, tu manipulación
asquerosamente trabajada con alevosía. Me duele todavía como si la hubiera
escuchado el día de hoy. Tamaña mentira, genial traición. Me duele mucho más
haber sido tan inocente, dejar que me mintieras en la cara ese día y todos los
malditos días que le siguieron...
No me pidas que te perdone de nuevo. Por favor, no
lo hagas nunca. Ni ahora ni en veinticinco años, no quiero que exista ni
siquiera una minúscula posibilidad de que creas que lo que hiciste tiene
remedio. Sé que me pediste que no escribiera de esto. Por
algún tiempo tuve miedo, pero prefiero hacerte mejor fama y exponerte en toda
tu cobardía, así que aquí estoy contando una de tus mejores historias para la
colección. Haz absolutamente lo que quieras, diles a todos que estoy loca, que
jamás lo voy a superar, cuéntales como creías que ya éramos amigos, escríbeme
tratando de intimidarme... Mejor aún, haz todas las anteriores. Yo solo quería
que no se te olvide: sigues siendo el mejor mentiroso que conocí en mi vida.
Y gracias eh, muchas gracias por toda la mierda...
Nunca he escrito de estos temas en ningún blog personal
antes, pero dado que la coyuntura apremia y que estuve gritando algunos datos
importantes en twitter, ahora lo haré
por aquí.
Acerca del punto de vista jurídico sobre el indulto a
Fujimori les recomiendo revisar este artículo de mi amigo Gonzalo Monge. Estoy completamente de acuerdo con lo que escribe, y a esto solo me gustaría agregar un pequeño relato.
Una fuente muy cercana, cuya familia apoyó económicamente la
campaña de Keiko Fujimori, tuvo la oportunidad de visitar la DIROES en más de
una ocasión el año pasado. Pudo reunirse con el mismo Fujimori, quien según lo
que me cuentan, del mejor ánimo le enseñó sus pinturas de paisajes del Perú
(porque es pintor autodidacta –según él mismo-) y además le contó que estaba
encargado de toda la campaña de su hija Keiko en el sur del país. Completamente sano y emocionadísimo de andar
en estos trámites electorales.
Toda la evidencia apunta a que este sujeto no está
muriéndose de cáncer, lleva una vida más cómoda que la mayoría de muchas
personas de nuestro país sin merecerlo. Indultar a Fujimori sería escupirnos en
la cara a todos, probar que en este país la ley es un papel que resiste todo y
lo que es peor, abrir la puerta grande a la nueva dinastía política de los
Fujimori.
Hagan este ejercicio mental imaginativo conmigo…
Fujimori es indultado, ahora libre y con su salud renovada
lo último que hará es sentarse en su casa a ver televisión, ¡qué comience la
campaña política! Y como Keiko no la hizo, y este país está lleno de machistas,
apuesta a lo seguro: Kenji Fujimori al 2016 (porque ser zoofílico no te hace
menos líder, ¡tampoco tampoco!). Pero la gorda no se rendiría tan fácil,
después de un baño de popularidad se anima por el “yo no soy mi padre” y
también se lanza al ruedo. No, definitivamente esto ya no serían los noventas
sino el fin del mundo.
En el país donde los imposibles se hacen realidad (es casi
la fábrica de chocolates de Willy Wonka y todos obedientes oompa loompas) habríamos
llegado a tener no uno, SINO DOS hijos de un dictador y asesino postulándose a
la presidencia. No podemos contra el Movadef, ¿vamos a poder contra los
Fujimori?
Que la curiosidad no nos mate a todos.
P.S: llénense un poco más de rabia, y acuérdense como estos
dos se cagaban de risa en el juicio, y como se cagaron de risa en nuestras
caras también durante tantos años.
Jamás había visto a una niña tan linda. Era en mi imaginación
la hija perdida de Ricitos de Oro, su melena dorada y ensortijada tenía vida
propia, y aunque era un año menor que yo; y la primera impresión que te dejaba
era la de una chiquitita flaquita y débil, tenía el doble de mi carácter. Vivía en un edificio de fachada azul
eléctrico exactamente a dos casas de la mía, con su mamá y su abuela. Yo la
había visto patinar y jugar en la calle, pero siendo la nueva niña del barrio
no me atrevía a acercarme. Ya ni siquiera recuerdo exactamente cómo comenzamos
a hablar; luego me regalaron mis primeros patines de línea y ella se ofreció
pronta a darme clases de patinaje sobre el intento de veredas de nuestra
enrejada zona residencial. Daniela fue,
sin duda, la primera amiga de verdad que tuve.
En las tardes colegiales nos repartíamos entre hacer tareas;
ella llenaba cuadernos completos de francés mientras yo leía en inglés, salir a
patinar y por supuesto, jugar cartas con su abuela. Recuerdo haber jugado tantas veces “nadie sabe
para quien trabaja” en su casa, mientras su abuela encendía un cigarro y luego
otro, y luego otro…
Fuimos a mi casa también un par de veces, a probar el juego de memoria de esa cosa que era casi
una televisión blanca y se llamaba computadora.
Claro que en verano jugábamos carnavales, todas las niñas atrincheradas
en mi casa versus todos los niños que se juntaban en la azotea de la casa del
frente. Nos bañamos en mi piscina con mis primas, conoció al primer perro del
que fui verdadera dueña (y que también perdí a los dos meses). Creo que Daniela
por su parte tuvo un hámster, o tal vez varios, ¿o era un conejo?
Una tarde mientras me dirigía a su casa vi a unas chicas en
la puerta, flaquísimas, altas, de cabellos lacios y dorados; las reconocí inmediatamente. Las tres estudiaban en mi colegio, y la
menor estaba en mi promoción pero creo que hasta ese día no le había dirigido nunca
la palabra. Sucede que en el colegio yo era una persona completamente distinta,
no la niña sencilla y vivaz que pasaba las tardes jugando con ese pedacito de
sol que era Daniela. Las tres chicas eran hermanas, y eran las tres; las primas
hermanas de mi amiga. Mis personalidades múltiples se reunieron y ese día
simplemente me divertí como cualquiera, y gané tres nuevas amigas.
No sé si era la facilidad que tenía esa niña para hacer las
cosas tan no raras, tan simples y cómodas; lo que me llevó a finalmente salir
de mi caparazón. Con ella jamás me sentí
juzgada; ni por el tamaño de mi casa, la pensión de mi colegio o la marca de
mis zapatos; pero hoy después de más de diez años creo que no he vuelto a tener
una amistad tan desinteresada, inocente y libre de prejuicios.
Yo me mudé algunos años después y le fui perdiendo el rastro,
aunque de vez en cuando la veía en la televisión en algunos comerciales (les
dije que era linda) o le mandaba saludos con su prima, quien años después
también se convirtió en una buena amiga mía. La volví a encontrar hace un par
de años por el bendito Facebook y me sorprendió saber que también se acordaba
de mí.
Hoy Daniela cumple 20 años y vive en otro país. Sé que tal
vez no se acordará tan bien como yo de algunos detalles como éstos o
probablemente tenga otras anécdotas para contarme que pueda rescatar de su
memoria. Yo quisiera atreverme a decirle, que ella hizo que hacer nuevos amigos
siempre valiera la pena, gracias porque hiciste un pedacito de mi infancia que
jamás olvidaré.
Labios transparentes mecánicamente abiertos sangran abandonaron nuestras caras están mirándonos desde el techo
Imagen en blanco y negro esquinas que se desdoblan y se deshacen hay cinco dedos bailando en el borde de tu cama
Yo me esfuerzo demasiado hay algo que no puedo que no quiero que no voy a ser fotografía de huesos en la ventana
no te creo nada, hay un cadáver escondido en esta habitación
Venas azules pulsantes naufragan en un beso derretido en colores ahogar la incertidumbre en el mar estirando las manos
Ignora la música que nos encierra
cuerpo sobre cuerpo el abismo que nos recrea es mi garganta memoria que se hace sol bajo las mismas sábanas
[¿Sabes que es lo que más duele de un corazón roto?
No poder recordar cómo te sentías antes...]
Esta vez no encontré las fotos “de casualidad”, hace días
que vengo dándole vueltas (para variar) a más ideas estúpidas relacionadas a
ti. Muchos “que hubiera sido” que deberían fumigarse de mi cerebro, y en eso ando
y así me engaño, creyendo que estoy avanzando cuando ahora a propósito abro mi
viejo mail y tipeo tu nombre en el campo de búsqueda.
Sé exactamente que mail busco, entre esos tantos de dimes y
diretes que aún no borro. Mis arranques de rabia en las madrugadas en las que
te envié más de un mail amenazador diciéndote que lamentarías tanto tus malas
acciones y en los que respondiste varias veces de mala gana a las tantas excusas
que inventé para no perderte el rastro.
Encontré las fotos. Salgo estúpida, horrible y feliz.
Jodidamente feliz y agreguémosle a eso completamente ignorante de todo lo que
estaba por venirse. Tantas cosas han cambiado desde entonces, miro esas fotos y
parece que ahora sería imposible recrear la misma escena. Ese jean lo boté a la
basura, la casaca la regalé, el polo naranja lo uso de pijama y el turquesa no
me lo pongo jamás. Tengo las converse todavía, no las he lavado en mucho
tiempo, mi pelo está mucho más largo y más claro ahora. Tú estás más gordo,
seguramente conservas tu pantalón de buzo del colegio, a pesar de los millones
de huecos, y también las zapatillas rotas. Si pues, creo que todavía te encanta
parecer un poco desaliñado y con actitud de “soy tan paja que no importa qué
carajos me ponga”, una vez más: no te sale.
No diré que fue “nuestro mejor momento”, o que hubiera
mandado a enmarcar esas fotos. No me terminan de gustar; pero son chistosas,
inocentes, son tú y yo cuando éramos nosotros dos tal cual y no nos importaba
quien se sentara a vernos. Reconozco que he cambiado mucho, y supongo que
aunque hayas dicho que tu no, también lo has hecho. No veo en ti más la persona
de la que me enamoré hace tanto tiempo, no puedo decir que está mal pero puedo
decir que todavía la extraño.
Espero que no te equivoques y pienses que aún persigo un
fantasma, no lo hago. Pero no puedo evitar pensar que aquella confianza
prístina y ese amor desinteresado que alguna vez te di no ha regresado a mí en
todo este tiempo, cuando no hice más que ser la mejor versión de mí misma que
pude ser para ti. Aparentemente tú sí tienes buena suerte en el amor, y esa es
la mayor injusticia de todas las que he soportado hasta el día de hoy.
Ya perdí la cuenta de cuantos blogs he creado y eliminado
con el mismo entusiasmo en los últimos años. Uno me hizo inexplicablemente
ganar un premio mientras otro me expuso como la enamorada más estúpida e
inocente de estos lares. Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero me encuentro inevitablemente extrañando esas
confidencias con extraños que me llevaron a conocer a personas con quienes probablemente
en la vida real jamás me hubiera cruzado en un semáforo rojo. Estoy buscando
nuevas revelaciones. Ciento cuarenta caracteres no fueron suficientes después
de todo.
No tuve uno, sino dos blogs: Mi punto final (3er puesto del concurso "Déjate Leer" UPC) y Labios vinagre con sandía. Dicen que a la tercera es la vencida y aquí estoy!